Aunque debemos de seguir ciertos pasos para conservar nuestro aceite de oliva en perfectas condiciones durante todo el año, lo cierto es que en verano hay que tener especial cuidado a la hora de preservar intactas sus propiedades. La luz y el calor son nuestros principales enemigos cuando se trata de poder disfrutar al cien por cien de la calidad, del sabor y de los beneficios que nos aportan nuestros naturales AOVEs. Pero siguiendo una serie de normas, no tendremos por qué alarmarnos. ¿Las conoces? ¡Te las contamos!
Sí, el aceite de oliva se estropea. Con el paso del tiempo, nuestro oro líquido deja de ofrecernos sus excelentes cualidades. Aunque no es un producto caduco, sí que va perdiendo las características tan saludables que nos aporta cuando está recién envasado. Pero si logramos conservarlo como se debe, conseguiremos que su degradación sea mucho más lenta.
¿Cuáles son los principales agentes externos que disminuyen la calidad de nuestros aceites? El aire, la luz y el calor. Estos dos últimos, tal y como hemos dicho anteriormente, se multiplican en los meses estivales. Ya te hablamos en un post anterior acerca de cómo conservar tu aceite en invierno. Ahora toca mostrarte cómo mantener sus características durante el verano.
Así que te dejamos los pasos a seguir para un correcto almacenamiento de tu aceite de oliva virgen extra y que éste mantenga sus propiedades organolépticas.
1. Control de la temperatura. El lugar ideal siempre es aquel que sea fresco. Las altas temperaturas tan características de estos meses de verano pueden alterar los compuestos antioxidantes de nuestro aceite, acarreando con ello una pérdida de sus propiedades. La temperatura perfecta está entre los 16 y los 20 grados centígrados, siendo el secreto el mantenerla constante. Por lo tanto, nunca dentro de una nevera. En este caso, cambiaría su estado, volviéndose más denso, presentando grumos blanquecinos y comprometiendo su calidad. ¿Tienes una despensa en casa o algún apartado en tu cocina que pueda servir para ello?
2. Evitar la luz directa del sol. No únicamente el calor, también la luz es un agente que deteriorará tu aceite, del mismo modo que lo hará cualquier iluminación que sea brillante en exceso, incluso cuando ésta proviene del interior del hogar. Lo que nos lleva de nuevo a buscar una despensa fresca y oscura en el que almacenar de forma segura nuestros AOVEs.
3. Recipientes oscuros. Una norma que sigue los pretextos de la anterior. Lo mejor es que nuestros aceites estén embotellados en recipientes de color oscuro u opacos, incluso en latas. Si el que dispones en casa lo viertes sobre otros envases de menor tamaño para facilitar su uso, no olvides que también han de ser oscuros. Importante que no sean de plástico o de metales tales como hierro o cobre, puesto que nuestros AOVEs pueden absorber algunas sustancias que les hagan perder sus propiedades iniciales. Si en tu caso tus botellas son de vidrio, igualmente recuerda guardarlas en armarios cerrados, lejos de la exposición a la luz y al calor.
4. Tapar adecuadamente el envase. Siempre. Asegurarnos de que está bien tapado, también justo después de su uso. Los olores y la humedad también son enemigos de las propiedades de nuestros aceites y alterar su sabor. Por ello, la despensa o el lugar de almacenamiento deberá, además, mantener un ambiente lo más seco posible. Evitaremos, pues, el riesgo de oxidación.
5. Cuidado con el aire. A propósito del punto anterior, de modo que nuestro aceite de oliva no se impregne de los olores que pueda tener a su alrededor. Más razones para su hermeticidad y su correcto almacenamiento.
Siguiendo estos sencillos consejos, te asegurarás de que tu aceite de oliva esté conservado adecuadamente, permitiendo así que disfrutes durante mayor tiempo de todas las propiedades que tiene, enormemente beneficiosas. ¡Y a no parar de cocinar deliciosas recetas con nuestro ingrediente estrella!
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